viernes, 23 de marzo de 2012

23/3/1905







Tal día como hoy, un 23 de Marzo de 1905, mi bisabuela abrió por primera vez los ojos al mundo. Una mujer de los pies a la cabeza. Una gran mujer y un gran ejemplo para muchos, pero en especial para mí.


Una mujer con carácter, una mujer muy respetada por todos los que la conocían y con la que sabían que no había lugar para las tonterías. Con un instinto de protección tan grande hacia su familia que llegaba a ser demasiado autoritaria en ciertas ocasiones. 


Vivió una Guerra Civil y sufrió, en primera persona, lo que sufre cualquier persona que tiene que emigrar al extranjero por ideas políticas. Mi bisabuela, la señora Toribia, como era conocida, tuvo que irse a Francia con su familia para después regresar a España y sacar a su familia adelante, para cubrir, como buenamente podía, las necesidades básicas y poder criar a su hija, mi abuela. Para ella no había nada imposible ni se le caían los anillos cuando tenía que dedicarse al estraperlo por la noche en Madrid para poder alimentar a su familia. Mi bisabuela era una mujer fuerte que superaba los miedos porque sabía que era lo que debía hacer. Instinto de supervivencia.


Una mujer que por muy mal que lo estuvieran pasando en casa, nunca y repito, nunca, daba a entender a la gente que lo estaban pasando mal. Los asuntos de casa se quedan en casa, decía. A nadie le interesan.


Entre mi bisabuela y mi abuela criaron a mi madre. Tres generaciones de grandes mujeres, los tres grandes ejemplos de mi vida. Mi abuela tuvo que hacer de madre y de padre, siempre bajo la atenta mirada de mi bisabuela, que tenía que tener todo controlado y a su gusto. Tres mujeres que no necesitaron la ayuda de nadie para salir adelante tras la enfermedad de mi abuelo, el padre de mi madre, al que no he tenido el gusto de poder conocer. 


La vida de mi bisabuela fue una vida de lucha constante, siempre mirando hacia delante, afrontando los problemas desde dentro. Una vez salía a la calle, todo estaba perfecto, los problemas no existían. A nadie le interesan, solía decir. 


Mi bisabuela fue también la que crió a mi hermana para que mi madre pudiera seguir trabajando. Una mujer que a los 90 años nos "echaba" de casa los fines de semanas para poderse quedar sola en Madrid e irse a la calle de paseo. Esto lo sabíamos porque la gente en el barrio nos decía que la habían visto en una tienda o en una plaza, o en cualquier otro sitio con su garrota, siempre de paseo. ¡Qué gran mujer! 


Hasta los últimos días, aún cuando ya no podía salir a la calle, siempre paseaba por casa. Pasillo arriba, pasillo abajo. Parándose en la puerta de mi habitación para después, cuando llegaba a la altura del salón, decirle a mi madre: "ay esta niña, es que ni levantar la cabeza de los libros"....para después seguir hasta la otra punta de la casa y hacer lo mismo con mi hermana. Y así, una y otra vez, porque sabía que tenía que andar. Así como casi cada día, cuando llegaba del colegio a la hora de la comida, me la encontraba subiendo y bajando las escaleras hasta el segundo piso, que es donde vivimos. Sabía que tenía que hacerlo, que no podía quedarse sentada en el sofá a pesar de que eso hubiese sido lo fácil. ¡Qué gran ejemplo de fuerza  y lucha! ¡Qué gran ejemplo de esfuerzo y superación!


Afortunadamente, mi bisabuela no estuvo nunca enferma y fue a los 92 años cuando estuvo ingresada por primera vez en un hospital. No creo que haya muchas personas que puedan decir lo mismo. Una naturaleza impresionante. 


Su máxima ilusión era ver a mi hermana entrar en la universidad. Decía que después de eso, podía morirse tranquila. Pero que primero tenía que verla entrar en la universidad. Pero el destino se interpuso en el camino y no pudo ver su sueño cumplido. Mi bisabuela falleció el 6 de Octubre de 2002, justo cuando mi hermana estaba en 2º de Bachillerato, su último año de colegio.


Físicamente no pudo estar para vivir el primer día de universidad de mi hermana,  pero sé que ese día estaría llena de orgullo como lo estuvimos todos en casa. También sé, que esté donde esté, nos está viendo. Y que todos estos años ha estado cuidando de nosotros. Sé que esté donde esté, estará muy orgullosa de nosotras, sus bisnietas, al igual que nosotras lo seguimos estando de ella. Y orgullosa de su hija, mi abuela, por haber luchado siempre ante cualquier adversidad. Y orgullosa de mi madre por ser una nieta, hija y madre ejemplar. Y por supuesto, orgullosa de mi padre, su ojito derecho. ¡Si parecía él su nieto! ¡Cómo le quería! 


Yo siempre digo que no creo en Dios, pero que todas las personas creemos en algo o alguien que nos guía y nos ayuda a encontrar el camino. Para mí, ese alguien es mi bisabuela. No hay un solo día en el que no piense en ella, pero lo hago con la satisfacción y el orgullo de poder decir que ella fue y es mi bisabuela. 


Son muchas las cosas que he aprendido de ella, y sería imposible describir todo eso en una entrada. Pero estas líneas son un pequeño regalo de cumpleaños para dar a conocer a la gran mujer que fue. Una mujer que no tuvo la suerte de poder recibir una formación académica pero que le sobraba educación, algo de lo que muchas personas carecen hoy en día.


Para mi Yaya Iba, como la llamábamos en casa.


TE QUIERO


No te olvido, nunca lo haré, y solo espero que estés disfrutando de todo lo que estamos consiguiendo papá,mamá, la yaya, la tata y yo. 


TE QUEREMOS y NO te olvidamos.


Ainhoa, sí yaya, yo, la que te hacía rabiar a todas horas y a la que intentabas dar tirones de pelo :))